Llevo tres semanas escribiendo a diario, así que podríamos decir que retomé el relato. Lo diré con la boca pequeña, no vaya a ser. En mi alrededor más inmediato ha habido varios cambios drásticos a lo largo de los últimos seis meses, aunque ahora no vienen a cuento. Espero no perder la rutina.
Dejo otro fragmento, en este caso el relato de una pesadilla. Como muchas otras veces en la novela, transformo en prosa la lírica de una canción. Uno de los pasatiempos adicionales al relato consiste en tratar de distinguir esos párrafos, aunque se puede vivir perfectamente sin hacerlo y el hilo permanece inalterado. Al final del libro hay un compendio con todas las canciones que he utilizado, ya sea formando parte de la banda sonora del relato (absolutamente prescindible también, sólo es un añadido más) o porque las he retorcido para colarlas en la narración.
Este es el fragmento de hoy: