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El making off (8)

Dadas las circunstancias personales en las que estaba inmerso cuando decidí darle el cuerpo definitivo a la novela, alguien que me quiere mucho me advirtió de que que si no terminaba el relato en nueve meses corría el riesgo de colapsar. Y acertó, aunque aguanté once. Entonces me pasé cuatro meses certificando el hundimiento de mi alrededor y terminé presa del insomnio y de las dudas, de demasiadas adversidades para tan poco talento.

De todo se sale y el trayecto más largo empieza con el primer paso y en eso estoy. He conseguido mantener la constancia escribiendo a diario y espero terminarlo en pocas semanas, aunque una idas de la olla que me está comiendo mucho tiempo es la banda sonora del relato. Al principio pareció buena idea, sobre todo cuando las canciones acuden solas a escoltar un texto, Pero hay ocasiones en las que hay que darle muchas vueltas hasta encontrar una canción que se asocie con un mínimo de naturalidad al escrito. En la página 403 ya hay referenciadas 480 canciones, con la limitación añadida que he intentado que no ocasionen una discrepancia temporal con la época en la que transcurre la narración.

El making off (7)

El último tercio de 2021 ha sido revoltoso. Trasladarse a un mundo paralelo para contar lo que allí sucede requiere de una tranquilidad de espíritu que no he tenido. Durante la primera quincena de octubre estuve avanzando a trompicones, para darme cuenta en un punto determinado que no estaba mejorando algunos párrafos que precisan de ello. Sólo hay dos formas de hacer las cosas; bien o mañana y así fue yendo el asunto, permanentemente pospuesto.

A principios de diciembre empecé un particular reseteo que no tengo muy claro dónde me llevará pero que tiene que sacarme de donde estaba. Tengo chispazos de ingenio de vez en cuando, pero aún son demasiado breves y están demasiado espaciados como para retomar el relato. Igual es una excusa, no sé, pero como el relato es mío hasta que caiga en manos de otros lectores, a mí me vale. No me he propuesto una fecha concreta para no ejercer una presión innecesaria, ni generar unas expectativas que no se vayan a cumplir. La mejor gestión de las frustraciones consiste en evitar que se produzcan. Aviso en cuanto reemprenda.

El making-off (7). Descubriendo nuevas formas de ansiedad

En 2009 y 2010 sufrí un estado de estrés continuado, en el que era humanamente imposible cumplir con toda la carga de trabajo.  Ese estado genera una ansiedad que se va acumulando hasta que un día petas. Durante el colapso me acerqué a las técnicas de respiración y a la meditación para combatir esa ansiedad. 

Tras el colapso, cuando me reincorporé, le imprimí a las cosas un ritmo que pudiera llevar sin angustias, muy alejado del que nos requerían. Ante la imposibilidad de realizar todas las tareas encomendadas, me negué a realizar las menos productivas. Algunas de ellas las podría haber hecho un chimpancé, pero no nos pusieron un assistant primate.  Me despidieron a los seis meses. Con un suculento cheque, eso sí.


El making-off (6). Estados alterados de conciencia: la inspiración.

Siempre me interesaron los estados alterados de la conciencia porque en ellos se abren puertas y ventanas a dimensiones que normalmente permanecen ocultas, fuera de nuestro alcance. Todos hemos pasado por ello, ya sea por una fiebre alta, una canción que nos transporta o mediante el uso de drogas. En mayor o menor medida, bajo esa influencia obtenemos perspectivas a las que normalmente no tenemos acceso. Lo que más me interesó siempre de esos estados es el mecanismo por el que se producen: si sabes como funciona algo, entonces puedes manejarlo a tu antojo.

El saber popular le llama "inspiración", está aceptado que existe y los más grandes artistas tenían más acceso a esas dimensiones paralelas que el resto de personas, aunque ninguno podía, por sí mismo, provocarlos. Picasso ya dijo que él aprovechaba la inspiración porque ésta siempre le pillaba trabajando; en ese sentido era un workaholic de manual y es sabido que descartó la inmensa mayoría de su trabajo y que tiene centenares de bocetos empezados, esperando que apareciera la inspiración para terminarlos.


El making-off (4). La banda sonora

 El relato va acompañado de su propia banda sonora.  Cada capítulos empiezan con un fragmento de una canción, que guarda relación con algún pasaje del mismo. He osado traducir las que están en inglés y alemán, espero que los autores me perdonen.

También añado notas de la música que suena de fondo en algunos pasajes, del estilo "suena Ghost, de The Raveonettes". El relato se puede seguir perfectamente sin escuchar las canciones, ni siquiera prestarles atención, pero contextualizan un poco más la escena y enriquecen el conjunto. Creo. 

El making off (2)

Si hubiera sabido lo que me iba a costar terminarlo no habría empezado.  Es más, creo que el borrador que estaba en el fondo de un último cajón habría terminado en la hoguera de San Juan.

Se ha echo muy duro pasar por el texto, después de dos correcciones, y ver que aún tenía más agujeros que un rallador de queso.  Los obsesivos perfeccionistas lo tenemos muy mal en ese sentido.


El Making-off (1)

Escribí el primer párrafo de Un documental de cebras en enero de 2008. A lo largo de ese mes terminé de contar la anécdota que dio origen a la novela (Si alguien no leyó la entrada, puede hacerlo desde aquí). Estaba bien para un libro de relatos cortos, pero tenía el problema que un libro de relatos requiere de varios de ellos. Como todo lo que se me iba ocurriendo estaba relacionado con el primero, me dediqué a compilar notas y más notas con ideas, anécdotas de bar que me apropié, avisando a quien me la contara de que la iba a fusilar en una novela.

El origen del documental

la semilla de Un documental de cebras la plantó mi estimadísimo Toni Guirado (DEP), las Navidades de 2008 o 2009, no podría precisar con exactitud. Recordábamos una peripecia que vivimos y todas las circunstancias que la originaron, la envolvieron y le sucedieron y pronunció las palabras mágicas; "Tú que escribes bien -sic- deberías escribir un libro contándola". Aparte de que no habría dado más que para un relato corto, quince o veinte páginas, sé que no escribo bien, mi estilo es demasiado heterodoxo como para llamarle ni siquiera "estilo". Pero me animé porque a algunas personas les gusta la forma que tengo de contar las cosas, aunque el paso de hacerlo de viva voz a ponerla con letras, palabras, frases y párrafos no tiene nada que ver.  Igual por eso me ha llevado 12 años darle forma.

Calentando motores

Estamos en la segunda corrección del texto.  A partir del 26 de abril iremos publicando un fragmento diario sobre el relato, mientras terminamos de tachar palabrotas -sólo algunas- y poner puntos y guiones, con el fin de que la mancha de texto no haga sangrar los ojos de quien lo lea. Que la sangre no impida la lectura. A lo sumo, que salpique nivel estigma.