Para el diseño de la portada conté con el inestimable talento de Rafa Jiménez Abraira. Más que un amigo, es un hermano. Ya lo era antes del encargo, lo seremos de por vida después de ver la factura por su maravilloso trabajo. La única indicación que le di es que para el título se tenía que utilizar la tipografía "Puritan", la que se usa en la novela para resaltar los diálogos del concilio de voces que anida en la cabeza del narrador.
Lo primero que hicieron fue montar el negativo de la plantilla para la cebra y vaciar las rayas negras.