El Making-off de la portada

Para el diseño de la portada conté con el inestimable talento de Rafa Jiménez Abraira. Más que un amigo, es un hermano. Ya lo era antes del encargo, lo seremos de por vida después de ver la factura por su maravilloso trabajo. La única indicación que le di es que para el título se tenía que utilizar la tipografía "Puritan", la que se usa en la novela para resaltar los diálogos del concilio de voces que anida en la cabeza del narrador.

Lo primero que hicieron fue montar el negativo de la plantilla para la cebra y vaciar las rayas negras.

Para el montaje fotográfico escogió el obrador de  pastelería de un amigo suyo. La idea de mezclar subliminalmente harina y cocaína es genial. En la novela se cuenta la historia de Suso, un panadero que termino traficando con cocaína. De fariña en fariña y tiro que se endiña.


Con la ayuda de la plantilla, confeccionaron la cebra. Durante la realización de la portada no se maltrataron animales ni se utilizaron sustancias ilegales, sólo sucedáneos. Eso que quede claro, agente.


El animalico quedó la mar de majo:


Luego tocaba montar el resto del documental. El que haya preparado uno sabe lo laboriosa que es la tarea.



Muy laboriosa, por muy profesional que seas.


Este era el (genial) montaje final. De la post-producción se encargaron otro día.


Las bromas eran obligadas, claro. Es azúcar glass, señor agente, recuerde.


Durante el montaje del título, hecho via zoom debido a los 1200 kms que nos separan, consumimos una tarde, una botella de vino cada uno, y muchas risas, que para eso vivimos, para reirnos un rato.

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