En 1997 no hubiese podido conseguir un arma de fuego sin tener que dar explicaciones y si le hubiese pegado un tiro al aborto, amén del ruido, se habría sabido enseguida quién era el autor. Además, quería pagarle con la misma moneda con la que él me amenazó en el altillo y para la ocasión había escogido una Pugio de la casa Extrema Ratio. Es una daga inspirada en la que utilizaban los legionarios romanos y tiene en la empuñadura un rebaje para el pulgar que permite un agarre más firme en cortes horizontales, ideal para lo que la quería. La hoja de once centímetros, relativamente corta, me obligaba a ser preciso con el punto de ataque y firme con el corte, para que seccionase la yugular y la tráquea como mínimo. El trabajo del degüello es más rápido si en la incisión se consigue llegar a la carótida y en la salida del arma se corta la yugular derecha, para lo que hay que acompañar el movimiento del hombro con uno de muñeca y otro de cintura.
Este tipo de ataque por detrás cuenta con dos ventajas y un inconveniente. Por un lado, si el corte está medianamente bien practicado, es definitivo; la víctima no pasará del minuto en movimiento porque la pérdida de plasma provoca un shock hipovolémico y la sangre que va a los pulmones a través de la tráquea causa asfixia, lo que le impide gritar. Además, es un corte doloroso que inunda el cerebro de la víctima con órdenes contradictorias entre el Sistema 1 y el Sistema 21 y que otorga un par de segundos al atacante para asestar un segundo golpe, con el que se buscará que la víctima pierda el conocimiento. Ese es el objetivo primordial en el ataque porque evita una respuesta y lo de que muera ya vendrá luego. No hay que tener prisa ni ansia, lo más importante durante los primeros segundos es que no arme jaleo.
Por contra, requiere precisión en el corte. Si este ha sido deficiente se pierde el factor sorpresa y se puede pasar de atacante a víctima sin apenas darse uno cuenta, pues el agredido puede agarrar el brazo del atacante en un acto reflejo y revolverse. Es importante, pues, que el cerebro de la víctima reciba el aviso de una lesión muy grave para que el Sistema-1 lleve ambas manos a la zona de la herida, facilitando el siguiente golpe. Para contribuir en la firmeza del agarre, el mango de la Pugio es antideslizante, una característica muy apropiada para manos sudorosas como las mías.
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