Parte de la trama acontece entre billares y el lector se encontrará con la narración de algunos torneos. No es que sean imprescindibles para la enjundia de la historia, pero ayudan a completar las sensaciones del narrador.
Mi enfrentamiento de semis con Patrik fue a guantazo limpio. Hasta el 3―3, la partida fue del que rompía el triángulo. Bola de saque, mesa limpia. En eso consiste ese juego, en que el rival esté sentado mirando como tú metes la serie de siete bolas y la negra. ¿He contado que la negra suena diferente, cuando cae por la tronera? Pues sí, la negra tiene una sonoridad diferente al resto de las bolas. Le acompaña el runrún de la victoria y una satisfacción casi sexual, que muchas veces eriza el vello desde la nuca hasta el escroto.
En el saque de la sexta partida levanté imperceptiblemente la culata del taco y la blanca saltó de la mesa, después de golpear la banda lateral derecha y la del fondo. Ese pequeño detalle me costó la final porque Patri limpió esa mesa y la de su turno de saque, sin darme otra oportunidad. Las cinco partidas las había ganado colando las ocho bolas del tirón, un perfect de manual.
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