El último tercio de 2021 ha sido revoltoso. Trasladarse a un mundo paralelo para contar lo que allí sucede requiere de una tranquilidad de espíritu que no he tenido. Durante la primera quincena de octubre estuve avanzando a trompicones, para darme cuenta en un punto determinado que no estaba mejorando algunos párrafos que precisan de ello. Sólo hay dos formas de hacer las cosas; bien o mañana y así fue yendo el asunto, permanentemente pospuesto.
A principios de diciembre empecé un particular reseteo que no tengo muy claro dónde me llevará pero que tiene que sacarme de donde estaba. Tengo chispazos de ingenio de vez en cuando, pero aún son demasiado breves y están demasiado espaciados como para retomar el relato. Igual es una excusa, no sé, pero como el relato es mío hasta que caiga en manos de otros lectores, a mí me vale. No me he propuesto una fecha concreta para no ejercer una presión innecesaria, ni generar unas expectativas que no se vayan a cumplir. La mejor gestión de las frustraciones consiste en evitar que se produzcan. Aviso en cuanto reemprenda.
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