Los dos párrafos hablan por sí solos. El millón largo de palabras de "Un documental de cebras" cuenta una historia, pero entre líneas se pueden encontrar cientos de ellas.
La inmensa mayoría de los gángsters han sido personas amables y educadas que vestían con elegancia, un estereotipo que se ha repetido miles de veces en el cine, desde Hollywood a Moscú y pasando por Bombay. Aún así, la gran mayoría de la gente sigue fiándose más del aspecto de alguien que de sus actos y cree que si su apariencia es respetable, la persona que va debajo del envoltorio es confiable. Los bancos lo sabían y por eso han tenido tanto éxito durante décadas, aunque ahora están limpiando sus oficinas de intermediarios aseados para robarnos mediante algoritmos.
Si escribimos “gángsters famosos” en el buscador de imágenes en internet, las tres primeras páginas están llenas de tipos con americana y corbata y algunos están repetidos del párrafo anterior. Si repasamos la lista de los condenados por corrupción y saqueo de las arcas públicas de los últimos doscientos cincuenta años, veremos que la americana y la corbata vuelve a ser el uniforme del noventa y largos por ciento y algunos aparecen por tercera vez en diez líneas.
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